Hemos estado recibiendo algunas historias de nuestros misioneros y líderes nacionales sobre lo que Dios está haciendo en medio de la pandemia. Estamos compartiendo estas historias con ustedes deseando que sean de animo y también recordarles el seguir levantando a nuestros hermanos y hermanas en Cristo alrededor del mundo en oración.
Esta historia proviene de Diane Bible. Ella y su esposo, Abe, sirven en la Red de Desarrolladores de Ministerios en Ucrania. La familia Bible está conectada a la Junta Anual de Iglesias Evangélicas Amigos – Región Este.
Vera es nuestra colega y compañera de trabajo ucraniana. Hemos trabajado estrechamente con ella durante los últimos 20 años y la hemos conocido y asesorado durante ocho años antes de eso. Ella es de Crimea, que fue anexada a Rusia hace unos años de una manera muy discreta durante el tumulto en el gobierno ucraniano. Vera finalmente tuvo que mudarse a Kiev porque se volvió logísticamente imposible para ella hacer algo desde Crimea (incluidas las conversaciones diarias que ella y Abe tenían).
Cada verano, ella regresa a Crimea durante varias semanas para visitar a su familia y parientes y hacer un seguimiento con los pastores allí en un ambiente un tanto opresivo. Este año tuvo que retrasar su viaje porque estábamos procesando documentos que tenían que hacerse en una oficina del gobierno, que no se volvió a abrir hasta el 16 de junio. Se fue ese mismo día para Crimea. En el mejor de los casos, es un viaje extenuante porque hay una milla de “tierra de nadie” entre los dos países por los que hay que caminar. Ella sabía que tendría que ponerse en cuarentena por dos semanas después de llegar allí. Para una mujer muy activa, esto era realmente una dificultad.
Sin embargo, al atravesar la frontera, descubrió que tendría que someterse en cuarentena en una habitación en la frontera con otra mujer a quien, por supuesto, no conocía. ¡Solo se les permitía salir de la habitación tres veces al día para ir al baño! Vera no tenía su computadora portátil con la que trabajar porque este año, debido a esa caminata de una milla de largo, había decidido llevar sus archivos en un disco y luego cargarlos en una computadora prestada.
La señora con la que estuvo en cuarentena tenía 79 años, era muy educada y había supervisado una fuerza laboral de 3,000 personas. Iba a Crimea porque su hijo se estaba muriendo de cáncer. Los funcionarios no considerarían sus circunstancias. Entonces, ella y Vera pasaron mucho tiempo intenso juntas durante un período de dos semanas, lo que condujo a muchas conversaciones interesantes. La dama era ucraniana ortodoxa de profesión (que generalmente es solo un nombre, no alguien que realmente va a la iglesia). Al final de las dos semanas, tenía un gran respeto por Vera como creyente comprometida y devota. Prometió ir a la iglesia evangélica de la cual Vera le dio la dirección. Ella sabía dónde estaba y dijo que definitivamente haría un seguimiento. Ella está buscando, y más aún cuando su hijo yace en su lecho de muerte.
¡Dios ama a esta dama, Ludmilla, y la está cortejando! ¡Por medio de circunstancias extraordinarias! ¡Oren para que ella encuentre al Señor Jesucristo, así como su hijo, y que podamos celebrar con ellos en el Cielo algún día!
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